jueves, 29 de octubre de 2015

El miedo

Superar un miedo es complicado. Somos muchos  los que durante una época determinada de nuestra vida nos ha dado pánico traspasar la seguridad de nuestra casa y enfrentarnos al más allá. Y los motivos son varios, imposible numerarlos en cuatro palabras, pero están ahí y depende de nosotros mismos superarlos o no. 


Durante mi niñez y adolescencia tuve miedo de traspasar la puerta de mi casa. ¿Y porqué? Todo por culpa de un puñado de infelices que durante casi 12 años me hicieron la vida imposible. Des de los cinco años hasta los diecisiete fui un títere a su merced. El “carnicero” era el jefe de todo (a día de hoy aún lo sigo llamando así y eso que evita mirarme a la cara cuando nos cruzamos por la calle) fue él el que se encargó de que nadie jugase conmigo y me pasaba los recreos metida en clase o jugando en algún rincón. Mis brazos estaban llenos de moratones porque el “carnicero” no soportaba tener que sentarse a mi lado en tercero de primaria, porque el era así, un machista ya desde pequeño y otro hombre que odiaba a las mujeres. Si me encontraban por los pasadizos del colegio era divertido que alguien me hiciera la zancadilla, incluso a veces en la calle también era “super guay” o cuando los días de lluvia no podíamos salir al recreo y teníamos que quedarnos dentro si o si era normal ver bolas de periódico volando en mi dirección.



Lo bueno es que los profesores nunca hacían nada o directamente pensaban que el problema eras tu y te tachaban de bicho raro. Quizá mi error fue callar y no hablar con nadie del tema, lo pasé sola, pero eso también me hizo más fuerte y a día de hoy me ayuda a afrontar situaciones de todo tipo.
Superar un miedo cuesta, yo lo conseguí. Querer es pode

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